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Crónica Jueves Santo 2018

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POR LOS SIGLOS, DE LOS SIGLOS, DE LOS SIGLOS Y DE LOS SIGLOS… AMÉN

Como no podía ser de otra manera, volvimos a vivir de forma intensa un nuevo Jueves Santo ¿pero alguien pensaba que sería uno más? Pues no es así, porque nada, absolutamente nada de lo que estamos viviendo, compartiendo y disfrutando en este extraordinario 400 aniversario es igual a lo anterior, porque todo tiene el aurea que lo envuelve, que tiene que ver con lo grandioso, lo espectacular y lo divino y el Jueves Santo volvió a dar buena muestra de ello.
Las manecillas del reloj apuntan hacia las 7 de la tarde, a esa hora ya se habían abierto de par en par “las puertas del cielo”, que el Jueves Santo se emplazan en la antigua puerta de Plasencia, junto al Convento Trinitario. Y por ellas como cada año, se abrió paso el Dios de la Vida y de la Gracia, cumpliendo con el precepto de cruzarse con la otra Cruz que porta con orgullo un nazareno, que va a ser, en día tan señalado, su guía y la de todos sus hermanos. Cruz de Guía y Cruz de Gracia, Cruz de hombre y Cruz de Dios, Cruz de principio y Cruz de Fin… ¡Que simbología más hermosa!
Y así, comenzamos nuestro caminar hacia el Templo principal de la capital. Dos largas filas de nazarenos ataviados con hábito trinitario, ya van varios años que sobrepasamos los 300, iluminaban el camino de nuestro Titular, que había congregado en la Plaza que lleva su nombre, a media Córdoba, impresionantes las instantáneas en las que cuesta trabajo incluso vislumbrar sus andas, como si fuera su propio pueblo y no sus costaleros los que lo portaran en devota procesión.

Con un andar firme, pero acompasado por la celestial música de su Agrupación musical salimos de nuestro barrio previo paso por la casa de nuestros hermanos Salesianos, por la siempre insigne Iglesia de San Lorenzo o por Ronda de Andújar, mirando de reojo a la Plaza de la Magdalena al compás de marchas como “Reo de muerte”, “A los pies de Sor Ángela”, “Prendimiento de Jesús”, entre otras. Nos adentramos en las callejuelas del barrio de San Pedro, donde en el Templo de su mismo nombre, habíamos pactado el encuentro con la Hermandad de las Angustias para caminar juntos, de la mano, hasta Carrera Oficial y la bellísima Piedad que esculpiera Juan de Mesa, no faltó a su cita. Para entonces eran ya casi la nueve menos veinte y la suave brisa del Guadalquivir, nos recordaba la obligación de apresurar nuestro paso, para no fallar a Córdoba ni a su Semana Santa.
Y de esta forma, como es habitual, volvimos a cumplir con nuestro compromiso y a eso de las 10 de la noche la Cruz de Guía hacia entrada en C.O. y 25 minutos después, el paso del Santísimo Cristo de Gracia, posaría sus zancos bajo el arco de la Puerta del Puente, la Mezquita Catedral comenzaba a abrir todas sus puertas de par en par para dar amparo y rendir pleitesía ¨al más grande de los crucificados¨.
Acompañados por música litúrgica transitamos por los alrededores e interiores de la Santa Iglesia Catedral, para ver hecho realidad, de nuevo el sueño de Visitar el Santo Monumento Catedralicio, presidido por la Cruz Guiona. Un sueño que sería impensable hace unos años. Muchos hermanos, saben cuanta verdad hay en lo que estoy diciendo.
Es cierto que cuesta dejar atrás la Catedral, la Judería y su embrujo, pero nuestro barrio nos estaba esperando y el perfume de azahar de la calle feria acompasados por marchas de tesón y emoción como “Orando al cielo”, “Oración” o “Coronación”, nos dieron la fuerza necesaria para volver derramando Gracia por San Francisco, San Pablo, San Andrés y por fin, entre marchas y saetas, de nuevo en San Lorenzo, en el horario previsto, casi ocho horas después, con sones que anunciaban a su barrio la vuelta victoriosa del “Señor del Alpargate”. Rondaban las dos y media de la madrugada. Ya estamos aquí de nuevo, vecinos, después de una esplendorosa jornada dando testimonio de Fé por cada rincón de Córdoba , con su Dios Crucificado ,como referente, como estandarte.
A pasito más lento, se acercaba nuestro Señor a su Templo. Sus valientes costaleros, agotados pero henchidos por el orgullo volver a ser los pies de la Gracia un año más, no se atrevían a dar ese último empujón que lo resguardara en su nave. Sus músicos también le habían preparado una despedida especial, para este año único:”El principio de un sueño”,” la Saeta”, “Aquel dia” y la impresionante versión del “Ave María” de Cassini, recogían a nuestro Señor antes de la Marcha Real… .
Y después, lo de todos los años:
Ese momento que aunque repetido año a año sigue siendo único, sublime, mágico:
Esa marcha que a todos nos emociona “El himno al Santísimo Cristo de Gracia”. Cada cual con sus intenciones y plegarias personales, unos caminan bajo las trabajaderas, otros tocan, los más valientes, cantan y otros, simplemente observan y lloran , pero todos recibimos al Señor de la Vida y de la Gracia de la mejor manera que sabemos: “Rezando”.
Porque como dice la ya famosa frase, tan repetida esta cuaresma:

“Córdoba es la única Ciudad
Del mundo entero
Donde a Dios se le reza
Llamándole Esparraguero”

LISARDO JAVIER ROMERO MORENO
Vice-hermano Mayor y Rector de Estación de Penitencia