Ya son muchos los actos, los que nuestra Hermandad ha realizado para conmemorar el IV
Centenario de la llegada de Nuestro Titular, el Santísimo Cristo de Gracia, a nuestra casa
trinitaria cordobesa.
Pero sin lugar a dudas, uno de los más emotivos, para nuestra cofradía, ocurrió el pasado 13 de
junio de 2018, cuando un grupo de unos veinte hermanos, viajamos hasta Roma, en peregrinación,
para poder asistir a la Audiencia Papal de ese día. Algo único en nuestra historia, que
engrandecería la memoria de nuestra entidad, al igual que, haría crecer, la historia de la
Semana Santa cordobesa.
Durante el primer día de esta peregrinación, los hermanos pudimos dar un paseo por las calles
de Roma, para conocer una ciudad, que tanto tiene que ver con nuestra Fe, pues es donde se
aprobó el proyecto de la Orden Trinitaria y donde vive el Papa, como bien nos dijo nuestro
querido Padre D. Pedro Aliaga, al que tenemos que agradecer su ayuda y apoyo, así como al
Padre D. Javier Carnerero. Además visitamos la Casa de la Trinidad española de aquella ciudad,
San Carlino, en la zona del Quirinale, situada en su momento, cerca de la vivienda del Santo
Padre.
El segundo día, ese gran día 13 de junio d 2018, en que desde bien temprano, las seis y poco de la
mañana, nos preparábamos para llegar a buena hora al Vaticano, para poder ver a su Santidad
el Papa Francisco. Desde el primer momento fue un día muy intenso, ya estando en la cola
para acceder a la Plaza de San Pedro, y situarnos entre las trazas de aquel grandioso proyecto
de Bernini, se sentía, en el ambiente, el nerviosismo e inquietud que había dentro de los que
estábamos allí, mientras, teníamos varios pensamientos, el primero de ellos, como no, era que
veríamos al Papa Francisco. También pensábamos en los que no habían podido estar con
nosotros por diversos motivos. Teníamos una misión, que el Papa supiera que estábamos allí,
que al menos se fijara en nosotros, y nos diera la Bendición para todos, esa última parte
correspondía a dos de los hermanos que se encontrarían entre los representantes de las
entidades invitadas, ellos estarían mucho más cerca y eso aún nos hacía sentir mucho más
intensamente cada instante, los agraciados eran nuestro Hermano Mayor D. Ricardo Rojas Priego y D. Esteban Rojas Román, antiguo Hermano Mayor.
Algo antes de las ocho de la mañana, nos encontrábamos ubicados junto a uno de los pasillos
por donde sabíamos que pasaría el Papa Francisco, y nuestro Hermanos Ricardo y Esteban,
situados a escasos metros de donde estaría sentado durante la audiencia.
No habían dado las diez de la mañana cuando el Papa, accedió a la plaza en su vehículo
descubierto, tan cercano, como estamos acostumbrados a verlo, paraba junto a cada niño para
besarlo, junto a cada enfermo o anciano, hasta que entró en la zona donde estábamos, lo
vimos venir, y no hacíamos más que agitar banderas, intentar grabar el momento, mover la pancarta que nos acompañaba. Y a escasos metros de nosotros, en un cúmulo de casualidades,
nos nombraban a la vez en alto como a cada una de las instituciones que allí estábamos. Y tras
voces de -Francisco, Francisco- y –ya viene, ya viene-, conseguimos una mirada de su Santidad
el Papa Francisco y captar su atención, él, ya sabía que estábamos allí, pero además nos había
visto, es muy complejo conseguir explicar lo que se puede sentir en ese momento, pero quizás
sea una mezcla entre paz, alegría, de verdad que es una emoción compartida, tanto con los
que estas allí, como con el resto de cristianos que se encontraban en la misma situación en
aquel lugar.
Pues bien, nuestra misión estaba cumplida, ahora quedaba que nuestro Hermano
Mayor pudiese darle la astilla del Señor, que habíamos preparado.
Unos minutos después, el Santo Padre, nos saludaba en varios idiomas y se leyó el Evangelio
en de igual manera, para a continuación darnos una catequesis, que nos hablaba sobre el
Amor. Saludando de nuevo y haciendo una breve explicación a los españoles sobre sus
palabras. Terminando con una Bendición para todos los que estábamos allí.
Una vez terminó el acto, el Papa Francisco, fue saludando a algunos de los responsables de las
instituciones que allí se encontraban, en aquella plaza llena de personas, en la que nuestro
grupo esperó hasta el último momento, a pesar del calor que allí hacía. Y así, llegó el momento
en el que tanto Ricardo como Esteban pudieron saludar al Santo Padre, pudieron explicarles
quienes éramos y le hicieron entrega de una astilla del Santísimo Cristo de Gracia, pidiéndole
la Bendición para toda la Hermandad, y así fue como nuestro querido Papa lo hizo.
La audiencia había terminado, y exhaustos por el calor nos reuníamos todos, jamás
olvidaremos aquellas caras, en especial la de nuestro hermano mayor que le costaba mediar
palabra, se había hecho historia y habíamos conseguido tener presentes a todos, tanto los que
estaban como los que no.
Pasamos el día en el Vaticano y un poco más calmados fuimos a terminar de ver algunos
lugares de la ciudad, así como a descansar un poco, terminando el día con una cena en común.
Para concluir este pequeño gran viaje, a la mañana siguiente visitamos Santo Tomás in Formis,
lugar donde murió nuestro fundador San Juan de Mata, para tener una misa de Acción de
Gracias, y aprender un poco más de nuestra Orden Trinitaria, sin olvidar cantar el Himno a
nuestro Santísimo Cristo de Gracia, para sentirlo, si cabe, aún más presente.
Está muy claro, que la conclusión a esta crónica, y a esta peregrinación, es que la Trinitaria
Hermandad del Santísimo Cristo de Gracia Y María Santísima de los Dolores y Misericordia, ha
crecido en su identidad y en su Fe, con una Bendición Histórica, para todos sus componentes y
que nuestro Santo Padre, nos tienen un poquito más cerquita sabiendo de nosotros.
Gracias Cristo de Amor, Cristo de Gracia.