“Cayendo de rodillas, lo adoraron”
Lo adoraron porque creyeron.
Lo adoraron porque aprendieron que Dios era un niño, vestido de pobreza.
Lo adoraron porque tenían el corazón limpio.
Y le regalaron, su ofrecimiento, su donación de si mismo.
Le regalaron solidaridad, misericordia, justicia y paz.
Y con sus ofrendas, demostraron ser hijos de las Bienaventuranzas.
Solemnidad de la Epifanía del Señor