Saltar al contenido

PURA PENITENCIA

  • por

– ¿Qué pasará este año con los espárragos?,
– Se marchitarán, porque están en un terreno escarpado donde no llegan las ovejas, ni
siquiera los conejos, pero no te preocupes, Lisardo.
Así comenzaba una conversación telefónica con mi amigo Lauren, que cada año le trae al
Cristo los espárragos más largos, esos de 2 metros y pico que tanto llaman la atención.
Y así fue, este año no hubo revuelo en la plaza, ese trasiego de hermanos que vienen a
visitar a su titular, entre nerviosos y emocionados. El sol de de las primeras horas de la
mañana invitaba a disfrutar de un Jueves Santo intenso, pero tan solo el olor a azahar, nos
recordaba que estábamos en esa estación tan maravillosa como es la primavera, pero este
año, ese exquisito olor no se mezclaba con el del incienso.
Faltaron también esos retoques de última hora, los cartelitos en el guión, los cirios
dispuestos en la puerta de salida, las canastillas con sus carbones, las dalmáticas
planchadas, los ciriales encendidos avisando de que ¡ya falta poco! Tampoco los abrazos
con hermanos a los que vemos casi de año en año deseándonos suerte, ni cervecita en el
puesto de caracoles y, sobretodo, no hubo rezo ante nuestro Titular a eso de las dos de la
tarde para pedirle por todos nuestros hermanos, los que estamos aquí y los que están en el
cielo.
Y cuando el reloj marcaba las 18:00, ningún nazareno pasó por la puerta parroquial, no
había costaleros en la plaza ajustándose el costal, ni músicos afinando sus trompetas, ni
mantillas esperando en la puerta del cocherón, ni esa chiquillería vestida de esclavina
blanca y negra con los ojos llenitos de ilusión. En la plaza, que en otro año ya no cabría ni
un alfiler, no había ni un alma. Todo el mundo “se había quedado en casa”, como manda la
ocasión.
Así que, llegados a este punto, podría dar por concluida esta crónica, porque esto fue
realmente lo que pasó o mejor dicho, lo que no pasó.
Sin embargo, para nosotros, cofrades y por lo tanto cristianos, la Estación de Penitencia de
este año, debe significar algo más que todo eso, mucho más que todo eso:
402 años, lleva el Cristo de Gracia ofreciendo sacrificio y bendiciendo a todos sus
hermanos, 402 años derramando su gracia por toda nuestra ciudad y dando testimonio de
fe constante. Este año nos toca a nosotros aplicarnos ese mismo mensaje que Él nos ha
traído. Demostrar que esa túnica, ese costal o ese uniforme que nos ponemos el Jueves
Santo es ropa que nos identifica con una hermandad basada en el compromiso y en el
sacrificio cristiano y en el amor fraternal, que dicha prenda no es “un mero disfraz típico del
postureo cofrade” que tan bonito queda, llegadas estas fechas. Es ahora, en los tiempos
más difíciles que nos han tocado vivir, cuando tenemos que demostrar nuestra convicción
absoluta y rotunda en la fe cristiana que Jesucristo nos enseñó, y demostrar con hechos lo
que verdaderamente somos y sentimos.
Tiempo habrá para volver a salir a pasear junto a nuestro titular por las calles de esta
bendita ciudad, demostrando nuestro orgullo y nuestra grandeza, como siempre lo hemos
hecho. Esta Semana Santa no hay tiempo para procesiones, toca arrimar el hombro y
cumplir humana y cristianamente con lo que a cada cual nos toca.
¿y tu hermano, que ropa guardas en tu armario, hábito o disfraz?

 

Volviendo a la conversación del principio…
– Lauren, ¡qué pena pensar en esos magníficos espárragos que se van a echar a perder!
– Que no te preocupes, que la mata trinitaria es fuerte y de esa esparraguera volverán a
brotar espárragos más grandes y más fuertes aún, que los de este año.

 

LISARDO JAVIER ROMERO MORENO
Rector de Estación de Penitencia

CRÓNICA DEL JUEVES SANTO 2020