Llegando al ecuador de de esta cuaresma de 2019, en un recorrido de Gracia y de Misericordia, donde aún resuenan en nuestro interior todas las vivencias y recuerdos de ese año jubilar que nos ha enriquecido en nuestro interior y en nuestro caminar de fe y de compromiso cristiano liberador y de fraternidad; tras haber comenzado este tiempo litúrgico de camino a la Pascua, con la imposición de la ceniza, celebración arropada con un amplísimo número de hermanos a los pies de nuestro Señor de la Gracia, donde iniciamos este fuerte tiempo de identidad de fe y que continuamos con la Eucaristía de acción de gracias con nuestras hermanas Cistercienses por nuestro fraterno hermanamiento desde hace 37 años, en el día de ayer revivimos con profunda intensidad la reflexión de las últimas palabras de Cristo en la Cruz, de la mano, de la oratoria, pero sobre todo desde la más intrínseca vivencia teológica y catequética de nuestro hermano Don Juan José Romero Coleto. Contagio con una belleza, pero sobre todo, sentida y vivida palabra, ese mensaje de nuestro Señor en los últimos momentos de su vida, que entregó por todos nosotros. Desde aquí nuestro sincero agradecimiento, pero sobre todo, nuestro compromiso, que por sus palabras, nos ha hecho que profundizemos en nuestra realidad creyente en todos los campos de nuestra trinitaria hermandad, y que todos los actos que nos quedan en este tiempo cuaresmal estén llenos de vida y de Gracia para siempre y seamos luz en nuestro ambiente, y que como nos decía en su reflexión: que nunca dejemos de estar junto a Él a los pies de la Cruz, para ayudar a ser redentores en nuestro mundo.
